Cada vez más personas, en todo el mundo, están familiarizadas con las criptomonedas. Si en un principio la mayoría conocía solo al Bitcoin, que sigue siendo la criptodivisa más difundida a nivel global, lo cierto es que hoy no pocos están al tanto sobre la existencia y ventajas que ofrecen otros criptoactivos. Ante este enorme crecimiento, los pequeños, medianos y grandes negocios afrontan un dilema: ¿aceptan desde ahora a las criptomonedas como método de pago o esperan un tiempo más, para ver si estas se consolidan?
Empresas multinacionales como Expedia, AT&T, Subway, Dish Network y hasta Microsoft decidieron dar el primer paso y ya aceptan las criptomonedas como método de pago; pero otras recelan, porque temen por la volatilidad de los criptoactivos y también porque sienten más confianza con el sistema de POS que los ata a los bancos, pero les ofrece determinadas garantías.
¿Qué hacer entonces? La mejor idea es comenzar por estudiar los elementos a favor y en contra de aceptar las criptomonedas en el negocio.
Un primer elemento es el rápido crecimiento del mercado de las criptomonedas. En el mundo existen hoy casi 300 millones de usuarios de PayPal; mientras, Visa asegura tener en activo más de mil millones de tarjetas y MasterCard se acerca a esa cifra; pero en poquísimo tiempo ya hay más de 40 millones de usuarios en billeteras digitales de criptomonedas y ese total continuará aumentando a ritmo acelerado.
Otro elemento muy favorable a las criptomonedas es que los pagos por transacción son muy bajos; mientras los honorarios a pagar por una transacción a través de una tarjeta de crédito o débito por lo general oscilan entre el 2-4%.
Además, las transacciones con criptomonedas son mucho más seguras, por lo que no existe la posibilidad de que se apliquen recargos extras fraudulentos en la operación. La seguridad viene acompañada con la rapidez, ya que una transacción con Bitcoin no suele demorar más de 90 minutos en quedar validada.
Como las criptomonedas tienen un precio universal, no hay que preocuparse por recargos extras en el cambio de moneda, como sí sucede con las divisas tradicionales.
El anonimato que ofrecen las operaciones con criptomonedas es una ventaja valiosa para las personas, porque vivimos en una era donde los gobiernos han aumentado la vigilancia global sobre sus propios ciudadanos. Entonces, el hecho de poder realizar pagos y ejecutar compras sin preocuparnos porque esas operaciones aparezcan en el historial de las tarjetas de crédito y débito es invaluable.
Al trabajar con criptomonedas también existen riesgos. Uno de los más complicados es que esta es una tecnología que tiende a confundir a muchos, ya que las billeteras digitales y la cadena de bloques siguen siendo temas muy complicados de comprender.
Otra de las preocupaciones, probablemente la mayor, sea la volatilidad de los mercados. Si en 2009 los bitcoins valían centavos, ocho años después su valor alcanzó los 19 mil dólares; pero en poco tiempo descendió abruptamente. Estos cambios crean recelos en las personas, porque temen, con razón, perder dinero. La propia descentralización de las criptomonedas, que es una de sus cualidades más apreciadas, al mismo tiempo representa uno de sus desafíos más difíciles de resolver.
Un último quebradero de cabeza está vinculado con el anonimato de las transacciones. Ya lo habíamos presentado como una de las grandes ventajas para todo tipo de negocios, pero también constituye un problema, porque personas inescrupulosas podrían aprovechar este escenario para realizar actividades ilegales que podrían poner en problemas a las empresas.
Entonces, ¿es oportuno aceptar a las criptomonedas como método de pago a día de hoy? No hay respuestas conclusivas. Cada negocio debe evaluar los pro y contras de esa decisión y, a partir de allí, adoptar una estrategia de adopción, porque al menos algo sí está claro: las criptomonedas no son el futuro, sino el presente del sector financiero.
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